viernes, agosto 2

En este tiempo que estuve sin celular fui perdiendo la noción del tiempo. Al principio desesperaba por saber la hora que era, no sé por qué las personas nos obsesionamos tanto con la hora, si estamos sobre un transporte, yendo a destino, por más que nos fijemos cientos de veeces la hora, no llegaremos más rápido. Pero nos da cierta extraña certeza y seguridad el saber la hora en la que estamos.
Con el pasar de los días esa maní se fue apaciguando, y podía soportar grandes lapsos de tiempo sin saber exactamente la hora que era, pero aún me preguntaba y conjeturaba sobre ella. Finalmente, dejó de importarme, y es el día de hoy que, nuevamente con celular, ya poco me importa la hora.
Pero lo malo es que estoy llegando más tarde que antes a todos lados, y ahora me importa aun menos, antes al menos me preocupaba, ahora solo es un sentimiento de "Sí, estoy llegando tarde, un poco más o un poco menos no va a hacer ningún cambio." Y no es así, pero bueno.
Quizas un poco sí sea bueno que seamos obsesivos con el horario.

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